Ni los recuerdos

 

Un trabajo realizado después de un viaje a Carhué, en la provincia de Buenos Aires.

Allí, navegué sobre la inundada Villa Epecuén y tanto fue el impacto que me causó esta tragedia que, al volver a casa, le dediqué este video realizado en formato periodístico (aunque no es real…)
A pesar de mis escasos y recientemente adquiridos conocimientos sobre cine, es un homenaje a los que lo perdieron todo, en sólo cuarenta y ocho horas, por el avance implacable de las aguas.

Esta experiencia significó mucho para mí porque, aunque precario, artesanal, con errores de guión y edición, fueron momentos de plenitud personal, también para mis hijos y la gente que me acompañó en su realización. Las imágenes fueron captadas con una cámara de Video VHS Panasonic M5 y editadas con dos caseteras hogareñas y muchas dificultades técnicas.

Desde entonces pasaron varias décadas. El agua se fue, los daños quedaron. Hoy los restos de la Villa Epecuén son un triste museo que muestra la implacable acción de la naturaleza y la irresponsabilidad de aquellos que pudieron evitarlo.

 

 

Un poco de historia

 

Balneario Epecuén

 

Espigón

La «Villa Epecuén», nombre que proviene de la lengua mapuche, nace junto a la ciudad de Carhué, en el Partido Adolfo Alsina, para compartir un espejo de agua. Fue fundada en enero de 1921, con la inauguración del primer balneario sobre la laguna que, debido al alto nivel de salinidad de sus aguas, similar al Mar Muerto, generó un creciente interés turístico y medicinal por sus aguas termales. El balneario fue bautizado «Mar de Epecuén» y de forma inmediata comenzaron a lotearse tierras para conformar un pueblo. El crecimiento fue favorecido por la confluencia de varias líneas ferroviarias en la zona: el Ferrocarril Oeste (hoy Sarmiento) que llegaba directo desde la Capital a la nueva estación Villa Epecuén -creada para tal fin-, mientras que el Ferrocarril Midland y el Ferrocarril del Sud llevaba pasajeros hasta la estación Carhué, a solo siete km de distancia. La villa creció vertiginosamente y, mientras desarrollaba la infraestructura urbana con nuevos hoteles y residencias de lujo también crecían las industrias explotadoras de sal y productos derivados. Por la década del ’70, recibía veinticinco mil turistas durante la temporada estival, con seis mil plazas hoteleras, más de doscientos establecimientos comerciales y la población estable superaba el millar de personas.

En 1975, el gobierno provincial decide construir el Canal Ameghino, una obra de ingeniería para conectar y regular el caudal de las cinco importantes lagunas ubicadas en la región. En teoría, con este sistema ninguna se secaría y no habría riesgo de inundación. Comienzan con la construcción de un canal recolector de agua, pero quedó abandonada por la llegada de la dictadura cívico militar en marzo de 1976, que consideró innecesaria continuarla igual que las autoridades que asumieron posteriormente, ya restituida la democracia.

Castillo

Este panorama comienza a agravarse desde la década de 1980 por fuertes lluvias, que amenazan con anegar a toda la región. La laguna Epecuén, la última del sistema, crecía entre 50 y 60 centímetros por año y amenazaba con rebasar el terraplén defensivo construido para salvar la Villa. El 10 de noviembre de 1985, el terraplén cedió y tuvo que ser evacuada. Las acciones de salvataje duraron quince días sin tener que lamentar pérdidas humanas, si bien hubo que trasladar hasta los féretros al cementerio de Carhué. Epecuén se fue cubriendo, lenta y paulatinamente, de agua salobre y sus residentes perdieron todo. Dos años después llegó a su pico máximo la inundación; y en 1993 estaba bajo siete metros de agua, situación que se mantuvo durante dos décadas.

 

Ruinas Epecuén

 

Cuando comenzó a retirarse el agua la villa, totalmente en ruinas, se convirtió nuevamente en un atractivo turístico despertando el interés de periodistas, antropólogos, fotógrafos, turistas y hasta de los cultores de deportes de riesgo.

 

Imagen de portada: "El Matadero" de Melisa Ballerini

 

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