Nina

 

¿Cómo poder imaginar la ausencia antes de que llegue? ¿Cómo suponer tan sólo apenas lo que vendrá? ¿Cómo imaginar la nada? ¿Cómo no ver tanta carencia?

La muerte. Tan asquerosa, pestilente y destructiva. Aniquila la esperanza. Aplasta la emoción. Destruye el porvenir. 

Me conmovió tanto esta muerte. Me llevo a detenerme y ver la vida diferente.

 

Nina en Potrerillos

 

Es la muerte de un perro, lo sé. Pero es muerte. Es muerte de quién nos acompañó trece años de nuestras vidas, la de mis hijos y la mía. Creció en casa. Estuvo en alegrías y penas. Nos siguió en festejos y desfestejos. Movía la cola de felicidad al recibirnos y escondía, esa misma cola, al ser reprendida con razón o sinrazón, por algún reproche. Esperaba día a día su hueso, que masticaba con avidez. Mucho disfrutaba de los bocados extendidos por debajo de la mesa por alguno de nosotros. Dormía poco en su cucha, ya que, traviesa, de noche prefería echarse al borde de alguna cama. Era de la familia. Era familia, así nos queríamos.

Hoy no está. No está con sus patitas sonando en los cuartos de mi casa, siguiendo nuestros movimientos. No está para recibirnos, al regresar del trabajo. No está para sus travesuras. No está para las alegrías. ¿Quién nos esperará ahora del otro lado de la puerta? ¿Qué nos pasará sin su presencia? ¿Qué ausencia de miradas nos aguarda? ¿Qué hacer sin ella?

No me consuela el saber que hicimos lo correcto. Me culpo por decidir su muerte. Esa muerte que llegaría inevitable por la enfermedad que gestaba. Pero…¿qué hacer con la culpa de lo elegido? ¿Cuál era el mejor camino? ¿Qué tenue línea separa lo justo de lo injusto? Y me preguntaré, una y otra vez, si esto fue lo mejor. Al menos hoy, mañana y pasado estaría con nosotros. Imagino que la tengo en mis brazos, apretada junto a mí, hasta el último aliento natural. Tal vez otra muerte, más blanda, más afectuosa, lejos de esa fría despedida en el consultorio del médico.

 

 

Disfrutando el paseo

 

Hoy está acurrucada en un pozo en la casa de la montaña. Sola. ¿No tendrá frío? ¿Pensará en nosotros? ¿No podrá abrir sus ojos para mirarnos? ¿No buscará una caricia? La dejamos sola. Sola con la claridad del día y la oscuridad de la noche. Sola con el sol, con la luna y las estrellas. Sola con el viento, con la nieve y las tormentas. Sola con la muerte. La dejamos sola. Sola.

 

 Susana Fasciolo – 2001

 


Dibujos de Nina por Deborah Avila

 

1 Comentario

  1. Como se extraña a Nina! me acuerdo que lloramos todo el día… pero la muerte es ley de vida.

    Responder

Enviar un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada.

Share This