El autor del relato junto a su esposa viajaron con un matrimonio amigo -los Giménez Herrero- a la isla chilena de Juan Fernández, en el año 1967, en la goleta de pescadores «Falken», única posibilidad por entonces de conocer la lejana isla enclavada en aguas del Océano Pacífico. El espíritu aventurero y el entusiasmo de Fasciolo contagió a sus acompañantes que, según parece, no lo pasaron muy bien por los continuos movimientos de la embarcación en la inmensidad de un océano infinito.
por Juan Carlos Fasciolo
La goleta parecía increíblemente pequeña vista desde el malecón del puerto de Valparaíso. Los temerosos pasajeros embarcaron observando entre azorados y curiosos su residencia en los próximos días de aventura. Los camarotes eran minúsculos y todo producía la impresión de cosa precaria y mal cuidada. Evidentemente no iban a resultar muy cómodos los próximos días. Era de esperar, sin embargo, que el sol, el mar y el cielo compensaran las dificultades.
Embarcados en un velero, sobre el mar abierto, rumbo a una isla de aventura y tradición, parecía estar fuera de este siglo. Los pasajeros tenían la agradable sensación de remedar las heroicas hazañas de los navegantes de siglos pretéritos.
El Pacífico fue amistoso y manso pero faltó el viento, y la goleta con sus palos desvestidos, parecía un pájaro sin alas. Los pasajeros no prestaron mucha atención a las alternativas del viaje durante el primer día de navegación, porque el suave acunar del océano los había enfermado y permanecían en sus literas.
Al tercer día del viaje apareció el viento. Las drizas izaron los foques y la vela mayor, y la goleta escoró levemente a babor, como si la acariciara cariñosamente el agua azul. El inmenso océano mostró pulida su tranquila superficie, a veces rozada por el vuelo de gaviotas y albatros. El sol destacó su disco amarillo sobre un cielo sin nubes y la brisa marina castigaba agradablemente las caras. Los pasajeros tenían motivos para sentirse afortunados.
En la mañana del cuarto día la goleta apareció fondeada frente a la isla de Robinson Crusoe. Parecía rejuvenecida, como si hubiera vuelto al teatro de sus primeras andanzas. Paisaje y goleta tenían sabor a cosa del pasado, con algo de leyenda y misterio.
En la mansa bahía, el agua transparente como cristal de roca, permitía ver los menores detalles de un fondo azul-verdoso. Ocasionalmente algún grupo de peces se desplazaba velozmente, al parecer sin esfuerzo alguno. La misma parecía una enorme piedra surgida del fondo del mar. El paisaje era áspero, árido y agresivo. Sólo la pendiente montañosa que bajaba a la ensenada, mostraba varios verdes. Así debió ver por primera vez la isla, el piloto Juan Fernández, cuando la descubrió en el siglo XVI. Así la habrá visto el marinero Alexander Selkirt, cuando se acercaba a la amarga tierra del exilio.
El mar que rodea a la isla es amenazador y sólo se dulcificaba en la apretada bahía. Los cazadores de langostas, indiferentes, izaban sus trampas y recogían su cosecha. La goleta abría su entraña para llevar la viviente carga al continente.
Adiós a la isla. La goleta ha izado su velamen y su viejo conocido, el viento sur le da empuje y gallardía. El piélago azul parecía manso, imponente y sin límites, mientras la isla de piedra se achicaba en el horizonte.
El viaje de regreso prometía veloz y tranquilo. Tampoco esa promesa se cumplió. Llegó el viento surazo. Violento, sopló sin tregua, arrancando la cresta grande de las olas, que arrojaba sobre el barco, mientras el cielo permanecía entrañablemente azul, sin una nube. La goleta, sin las velas, ha perdido dignidad. Cabecea, rola, tiembla…Las olas bañan su proa y su cubierta. Empapada y sacudida, parece vieja y vencida. Pero resiste y llega. Queda en la amplia bahía de Valparaíso, meciéndose suavemente, sobre el agua amansada.
No pensamos los pasajeros que esta sería pronto su tumba. Pobre goleta Falken. ¡No has muerto con honor! Naufragar en puerto, es ¡morir sin gloria!
Relato publicado en el libro "Juan Carlos Fasciolo, del hombre al científico"
de Susana Fasciolo - EDIUNC - Editorial de la UNCuyo.(Año 2010).
GOLETA FALKEN
Goleta chilena, construida originalmente con aparejo de bergantín con casco tipo composite (estructura metálica con forro de madera) en el año 1877 en el Astillero Naval de Karlskrona. Fue utilizado como buque escuela de la Armada Sueca hasta el año 1935 cuando quedó inactivo en Estocolmo.
En el año 1943 fue adquirida por un particular que a su vez la vendió en el año 1946 al Dr. Ludwig Lienhart, un alemán que la adquirió para utilizarla para emigrar a Sudamérica. La nave fue reaparejada como goleta de dos palos y se le instaló un motor auxiliar.
La nave zarpó en diciembre de 1947 al mando del capitán Olavi Penvanhelmo, con 20 emigrantes alemanes, bálticos y suecos arribando sin aviso previo a Buenos Aires el 26 de junio de 1948
En el año 1954 fue vendido a la compañía La Vega, de Calbuco, Chile. En viaje de Buenos Aires, donde había sido adquirida, a Calbuco, varó y naufragó al Sudeste de Punta Méndez, Primera Angostura, el 1 de marzo de 1956.
La nave fue adquirida por la Sociedad Pesquera Falken de Valparaíso, reflotada y utilizada para la pesca y el trasporte de langostas hasta naufragar en el año 1966 frente a las islas de Juan Fernández. Sin embargo, en la edición del Diario de Suecia Sudoeste del 28 de marzo de 1977 informó la destrucción de la Falken por un temporal en Valparaíso el 8 de mayo de 1967.
Fuente: https://www.histarmar.com.ar/InfGral-2/Falken-historia.htm
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